Lo necesito para ayer.
“¿Esto me lo hacéis en el momento, no? Si total, son solo dos páginas y hacéis miles de traducciones como esta todos los días…”
¿A alguien le resulta familiar esta frase? Seguro que los que trabajáis en una empresa de traducción estaréis ya acostumbrados a escucharla y resignados a seguir haciéndolo. Pues siento decepcionaros, pero no es exclusiva de nuestro sector. En los despachos de abogados los clientes quieren sus demandas redactadas en un día y en las empresas de ingeniería piden la modificación de un proyecto de drenaje en 24 horas.
Esto es lo que pasa cuando el cliente no pertenece al mismo mundo sectorial que los profesionales que le prestan el servicio, o cuando no está acostumbrado a colaborar asiduamente con ellos. Y supongo que lo haremos todos, ¿eh? No es una crítica, es más bien una autocrítica. El problema es que cuando nos ponemos la chaqueta de profesional nos quejamos de la falta de comprensión de los demás, pero cuando actuamos como clientes, nos dejamos la comprensión en casa.
Como aquí hemos venido a hablar de traducción, me toca a mí ponerme el traje de traductora. Volvamos a la frase del principio. El cliente que ha entrado y ha pedido la traducción de “solo dos paginitas en diez minutos” no se ha parado a pensar en todo lo que conlleva una traducción. “Claro, claro, caballero, pase y siéntese usted ¿Qué fase prefiere que obviemos? ¿La de documentación? ¿La de revisión? ¿La de cuidadosa presentación?”.
Es cierto que no hay dos proyectos iguales, por mucho que los documentos sean parecidos. Es cierto que no todos los proyectos constan de fases idénticas. Cuando el traductor conoce bien una temática, la fase de documentación es notablemente menor que si se enfrenta a ella por primera vez. Cuando el proyecto tiene un solo documento la fase de preparación de la documentación es más sencilla que si consta de, por ejemplo, varios certificados con datos similares pero no idénticos.
Evidentemente no debemos pedir a un cliente que se estudie un diagrama del proceso de calidad de la empresa para la traducción de un documento. Él quiere un servicio rápido, bueno y eficaz. Y tiene todo el derecho del mundo a pedirlo. Pretendemos únicamente que no se exijan imposibles. Eso sí, comprometámonos nosotros también a no exigirlos.
¿Propósito para el nuevo año? ¡Felices fiestas!