La traducción turística y el riesgo de no dejarla en manos de profesionales.
Circula estos días por las redes sociales una fotografía de los típicos paneles informativos que hay en las ciudades para orientar e informar a los turistas. En este caso, se trataba de una señal en la ciudad de Sevilla. Esta señal indica el nombre de algunos monumentos dignos de visita, la distancia a pie a cada uno de ellos y su traducción al inglés. Bueno, en realidad sólo el nombre del monumento y la distancia a pie porque lo que se dice traducción…
Este es un perfecto ejemplo de lo cara que puede salir una traducción barata. Me explico. Hay personas que en lugar de encargar una traducción a un profesional deciden enviar el texto a un sobrino, “que habla inglés que es un primor, y además le invito a una caña y eso que me ahorro”. No nos cansaremos de decir que no es una buena idea y por supuesto tampoco es un ahorro. Y mucho menos en la traducción turística, en la que está en juego la imagen que la ciudad proyecta a su visitante internacional.
La importancia de contratar a un traductor profesional.
No voy a aburrir ahora con una disertación sobre la teoría de la traducción y las diversas técnicas que utilizamos para plasmar en una lengua la idea lanzada en otra. Es mucho más fácil que todo eso. Es una cuestión de pura lógica: se trata simplemente de hacer llegar el mensaje al público angloparlante. Y así, a bote pronto, se me ocurren dos opciones:
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En primer lugar hacer una traducción literal o una traducción literal parcial, en la que por ejemplo se traduzca “torre” por “tower” y se deje su nombre propio de “los Perdigones”.
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En segundo lugar puede hacerse una traducción funcional, en la que se explique que el Hospital de las Cinco Llagas alberga el Parlamento de Andalucía.
Otra opción puede ser utilizar una técnica mixta entre ambas. Es cierto que en la actividad traductológica nunca hay una solución única y perfecta. Queda a criterio del traductor optar en cada caso por una técnica u otra. Pero lo que desde mi punto de vista no cabe es que lo que en castellano se llama “Torre de los Perdigones” sea en inglés “Torre de los Perdigones”. O que “Hospital de las Cinco Llagas” se haya traducido (¿traducido?) al inglés como “Hospital de las Cinco Llagas”.
Visto lo visto quizás se me ocurre una tercera opción, que sería no traducir…